sábado, 6 de octubre de 2007

.Nunca mas

Estamos a 24 años de una de las represiones mas horrorosas, violentas, fascistas, sangrientas e irrestrictas que sucedieron en nuestro país, en la cual se cometieron las peores atrocidades y torturas posibles a distintas personas como intelectuales, artistas, pensadores, sindicalistas docentes y más, o a cualquiera que participara o tomara la iniciativa de efectuar un movimiento o protesta social buscando la igualdad y la justicia. Seamos explícitos, a estas personas se las llevo a centros de detención clandestinos, donde se las interrogo y se les aplicaron métodos de tortura con picanas; eran desnudadas, atadas de sus extremidades y electrocutadas. Hasta más no poder se las amedrentaba física, psíquica y moralmente. Muchas eran violadas, pasaban hambre y sed, con frío y en pésimas condiciones de higiene, encerradas en calabozos viviendo en un contexto de violencia, horror y alienación humana. Todo el terrorismo de Estado que ocurrió fue premeditado y planificado, no solo por los militares argentinos como Jorge Rafael Videla, el Almirante Eduardo Emilio Massera, el Brigadier Gral. Orlando R. Agosti, José Martínez de Hoz entre muchos otros, que ilícitamente tomaron el control del gobierno para imponer todo ese horror implacable, sino que esas podridas mentes fueron forjadas en la Escuela de las Americas ó School of the Americas, institución situada en Panamá desde 1946 hasta 1984, en donde se graduaron más de 60.000 policías y militares de hasta 23 países de Latinoamérica, -Oh casualidad! Algunos de ellos de especial relevancia por sus crímenes contra la humanidad-, como Leopoldo Fortunato Galtieri o Manuel Antonio Noriega.

Una forma de ver cómo el terrorismo de estado fue apoyado por potencias, como política que los favoreciera a ellos, es fijándose en el plan económico liberal que la dictadura implementó, el cual fue apoyado por bancos extranjeros y organismos internacionales, y cómo el ministro de economía José Martinez de Hoz se ocupó de ponerlo en marcha, poniendo fin al Estado intervencionista, a la protección del mercado interno y al subsidio a empresas. Los sueldos se congelaron y se dejó al mercado actuar libremente. Las consecuencias fueron catastróficas: hubo un gran endeudamiento externo, las industrias quebraron y, al finalizar la dictadura, se desató la inflación.

Amigos, no nos olvidemos de todo esto: los desaparecidos, la tortura, la violencia, la censura, la represión, el hambre, la pobreza, la alienación, los campos de
detención, el terror de Estado, los chicos sin padres, las Madres de Plaza de Mayo, la guerra de Las Malvinas y la entrega de nuestro país en bandeja de plata a las potencias.

Recordemoslo, con dolor o con pena, con angustia o sin ella, pero tengamoslo bien presente y en claro: la violencia no conduce a nada. Seamos ciudadanos conscientes y politizados.

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